Declaramos nuestra firme determinación de erradicar la pobreza, el hambre y la desigualdad en la región, como requisito indispensable para alcanzar el desarrollo sostenible, a través de la articulación de las políticas económicas, sociales y ambientales con la participación ciudadana integral y equitativa. Esta hermosa declaración salió de la III Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), celebrada durante los días 28 y 29 del pasado mes de enero, en Costa Rica.
También hubo una declaración especial para la transparencia y la lucha contra la corrupción, y ahí encontramos una de las causas principales de la pobreza escandalosa que envuelve a nuestros pueblos del llamado Continente de la esperanza.
Cuánta miseria acumulada. Cuánto abandono y orfandad social la que están viviendo miles de familias de aquí y allá, porque el dinero del Estado es sustraído impunemente para anidarse en bolsillos manchados por la desvergüenza y el descaro.
Mientras en nuestro país, y los demás pueblos latinoamericanos, la corrupción en la administración pública no sea castigada ejemplarmente, y se continúe con paños tibios frente a los responsables de estos hechos, la pobreza continuará aumentando.
Podrán hacer todas las cumbres que deseen y abordar los temas más novedosos, pero si no ponen en práctica las medidas aprobadas, estas reuniones se quedarán en un turismo político y social. La lucha contra la pobreza es algo más que buenas declaraciones.
¡Cuidado!
Cuando la comunidad internacional no sale del espanto y el estupor frente a la crueldad y barbarie del Estado Islámico, en nuestro país nos encontramos con personas que piden el fusilamiento público de cuatro periodistas: Huchi Lora, Juan Bolívar Díaz, Amelia Deschamps y Roberto Cavada, porque piensan diferente a un sector de la sociedad dominicana. Las ideas se combaten con ideas. Jamás con la fuerza que aniquila la vida.
Con el tema haitiano se está llegando a un fanatismo peligroso. El odio que se está sembrando en ambos pueblos nos puede llevar a una situación impredecible.
Estamos a tiempo para encontrar salidas civilizadas, ajustadas a las leyes que rigen estas naciones, las cuales comparten un mismo territorio. En el tema de la migración haitiana hacia nuestro país hay muchas complicidades, y es más fácil cubrirlas con un nacionalismo a ultranza.
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